El don de arder es una selección de casi 60 perfiles de vida, realizados por la periodista y escritora catalana Ima Sanchís, a distintas mujeres alrededor del mundo. En estos, la autora devela los mundos interiores de sus interlocutoras, los que –a pesar de sus diferencias- coinciden en historias de vida personales, que se convierten luego en pequeños pasajes desde donde observar y aprecias relatos culturales desconocidos hasta ahora.
Ima Sanchís declara “si no es para dar esperanzas, es mejor no escribir”. Aquella convicción parece convertirse en el hilo conductor de las páginas que construyen El don de arder, una colección de perfiles de vida realizados a 59 voces femeninas. A pesar de que las conversaciones que la autora sostiene con sus entrevistadas parecen disímiles entre sí, Sanchís configura un denominador común entre éstas; tal como lo afirma el subtítulo escogido para la obra, los relatos retratados versan sobre mujeres que con sus actos y convicciones otorgan una esperanza para quien las lee, al saber que de una u otra forma, ellas están cambiando el mundo que las rodea.
El don de arder propone al lector un viaje por distintos países, épocas y contextos sociales; pero por sobre todo, el lector viaja al interior de la vida de mujeres –algunas en camino a convertirse en mujeres aún- cuyas historias personales logran trascender los escenarios locales, de su países, sus tribus, sus propia culturas, volviéndose relatos universales, que conmueve sin importar época ni edad. De estos recalca la figura de la empresaria malauí Joyce Banda, cuyo perfil crea conciencia en torno al maltrato femenino en África, así como la historia de Arati, una niña india de 12 años cuyas palabras revelan temáticas como el trabajo infantil, la pobreza en oriente, y lo desigual de la estructura social india para con las mujeres.
Sin restarle importancia a ninguna de sus entrevistadas, Ima Sanchís construye–desde las preguntas realizadas a sus interlocutoras- y articula – ya a la hora de plasmar en papel sus historias- más de 50 relatos duales, poseedores de una doble lectura, de una permeabilidad sumamente interesante. El lector puede internarse tanto en las vivencias personales de las protagonistas, como en las tramas que se develan de fondo, los contextos sociales, políticos y culturales que envuelven a estas mujeres y sus relatos.
Quizás sea esta la gran característica que define a El don de arder, el cual establece una cierta empatía con quienes se vuelven cómplices de estas voces que abren y comparten un pedazo de sus vidas. A pesar de que decenas de nombres mencionados en estas páginas sean desconocidos, es posible relacionarse con sus vivencias; historias que parecen pequeñas, pero que gracias a la labor de la autora, de pronto se tornan globales y universales, formándose una identificación entre el lector y sus protagonistas, y lo que éstas tienen que contar.
Tal es el caso de las historias de Rosa María Carbonel y Estela Carloto. La primera es una madre que conversa con Ima acerca de lo que ha significa enfrentar el cáncer de su hija Irina, mientras la segunda es una mujer de edad que lucha con Las Abuelas de la Plaza de Mayo, en Argentina, por encontrar a su nieto –hijo de su asesinada hija Laura- desaparecido durante la dictadura militar de ese país. Ambos perfiles de vida, de increíble peso emocional, narran la historia dos mujeres que viven el dolor de manera distinta, pero que a la vez, abren la puerta a un relato transversal, quizás mayor que sus propias vivencias: el dolor que significa para una madre vivir la enfermedad de un hijo, y las terribles huellas de una tremenda coyuntura social y política como es la dictadura militar en Argentina, respectivamente. Ambas historias conmueven sin importar rostros, nombres o apellidos.
Una sensación similar se repite a lo largo de las páginas de El don de arder. Ima Sanchís a través de sus perfile de vidas –presentados en un estilo de escritura que lamentablemente se hace algo monótono- devela experiencias personales cuyos planos se abren luego para descubrir una serie de verdades culturales, muchas de ellas desconocidas para el mundo occidental, cuya labor parece centrarse en darle protagonismo a los formas de enfrentar el mundo de 59 mujeres, más y menos importantes, más y menos reconocidas, pero que se esfuerzan día a día por modificar el entorno que las rodea.