11.29.2007

QUIEN TE CUIDA LA CASA

Quien te cuida la casa, te alimenta a los niños, lava y plancha la ropa, te calienta la comida y por poco te la da en la boca. Quien permite que veas la teleserie, las noticias, y por la noche, te duermas y sueñes con la bendita estabilidad.

Por Romina Reyes Ayala.

La “nana” peruana se ha convertido en un cliché capitalino. Aquella de piel más morena que el común de los santiaguinos, rasgos andinos y gestos cordiales, que acompaña de un “pues” todas sus respuestas a las patronas que viven de Tobalaba hacia arriba. Peruanas y peruanos que se agolpan a los pies de la Catedral de Santiago, haciendo del centro de nuestra capital una colonia peruana en la que una, como transeúnte, se siente algo ajena.

¿Qué tiene Chile que atrae a tanto inmigrante? ¿Será acaso que el verso mítico de Si vas para Chile es más cierto de lo que alcanzamos a reconocer? Pues es evidente que no. Se sabe que nosotros, los chilenos –los europeos de Latinoamérica- tenemos un complejo de superioridad con los vecinos del norte, quienes, aun y con todos los estigmas que se les graban a la piel en tierras chilensis, siguen llegando como masa en busca de trabajo.

Inmigrantes, indocumentados, “ilegales”. Las tres i que resumen una realidad que a pocos les importa a la hora de emplear. El inmigrante triple i es mano de obra más barata que cualquier otro nacional. Ya sea como clásica “nana”, obrero o cualquier otro trabajo menor, el inmigrante gana a la hora de conseguir dichos trabajos tan sólo porque acepta hacer más por menos. Para cualquiera, es un negocio redondo.

El poco sueldo que aceptan es, sin embargo, vital para ellos y para quienes los esperan en su tierra aborigen. Así, las remesas llenan los estómagos de los niños que esperan en la casa, al otro lado de la frontera. Estas son el dinero enviado por los emigrantes a su país de origen, siempre y cuando sea enviado a cambio de nada tangible; es decir, como regalo.

Es tal el caso de las migraciones, que en algunos países, las remesas se han convertido en algunas de las fuentes principales de ingreso en la economía nacional. Tal caso no deja de ser preocupante, pues habla de la vulnerabilidad de la propia economía nacional para sustentarse, puesto que se sostendría de los egresos de otras naciones. No obstante, es una realidad, un indicador que nos sigue amarrando como continente al tercer mundo.

Es así. En países como Perú, Bolivia, México, la fuga de la mano de obra sigue siendo abundante; llegan a países con economías más sustentables a conseguir trabajo, aumentando la demanda, sosteniendo los precios, constituyendo esa franja social baja, la más baja en la pirámide, enviando a sus casas sueldos para mantenerlos a larga distancia y perpetuar un sistema que funciona así, con peruanos sentados en las paredes de la Catedral, con “nanas” de rostros incas lavando, planchando y sirviéndonos el té, para que nosotros sigamos siendo los jaguares del continente.

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