12.03.2007

EDITORIAL

PORQUE TODO VUELVE A LA MATRIZ

El mundo no se hizo en 7 días ni salió del dedo divino de un hombre. El mundo no partío de un gran estallido que de pronto nos puso aquí y ahora, entre edificios y autos con celulares en la mano. Seguramente, la mujer tampoco nació de la costilla de un hombre, a menos que claro, Adán haya tenido útero alguna vez en su vida.

Vivir en un mundo donde todo gira en torno al falo -a sus glorias y no a sus fracasos-, de seguro no ha sido fácil. Situarse a la derecha de Dios padre, quien nos dio la costilla de Adán y con ella, la vida, nos ha dado la humilde tarea de servir y pagar el precio de ser mujer en cómodas cuotas mensuales. Podemos ser damas, señoras o señoritas; a veces perras, putas o bataclanas. Pero siempre relegadas a la cocina, al matinal y a la dulce espera del sostenedor; siempre desde la mirada de alguien más, desde la cual la información para la mujer sólo concierne a la última moda o a las recetas de cocina.

Por ello, La Matriz pretende abordar la actualidad desde una perspectiva de género, yendo más allá de la ropa y los accesorios, y reivindicando lo propiamente femenino, rescatando la inserción social que se ha logrado desde el siglo pasado, por medio de codazos, empujones y gritos. Porque no somos ni reinas ni seres delicados, porque más que respeto buscamos igualdad de trato, porque somos fuente de origen y todo vuelve a nosotras; hoy, vuelve a La Matriz.

EUFEMISMOS PARA LA PALABRA VAGINA


Por Romina Reyes A.

Hemos acostumbrado por mucho tiempo a metaforizar todo lo que se encuentra debajo del ombligo. Hasta ahí, todo es políticamente correcto. Hacía abajo, la cosa se pone turbia.
Borremos esas feas palabras del lexico social, porque son cosas que están ahí, que todas tenemos, pero mejor no nombrarlas, porque la V word suena tan... vulgar; mejor digámosle choro, chorito para los más cariñosos; chonfla o chonflis, fifi para las viejas cuicas, concha para los clásicos, coño para los europeos, sapo o zorra para los amantes de los animales; la chauchera o la sonrisa vertical, porque ni siquiera Word reconoce la palabra vagina. ¿Será que Bill Gates salió de la concha de su madre?
Comencemos a llamarla por su nombre, basta de omitirla y de cubrirla en las conversaciones, al igual como suele ocultarse todo lo femenino a menos que, claro, esto signifique dos pechos muy grandes o un culo en colaless ad portas de un koala.
Dígala, son sólo tres sílabas: Va-gi-na. Ahora, sin sonrojarse. No existe razón para avergonzarse de lo que guardamos entre las piernas, todo porque desde pequeñas nos meten en la cabeza que hay que mantenerlas juntas y bien cerradas, porque si no se ve "feo". No se ve feo, simplemente se ve parte de lo que somos, sin eufemismos de por medio.

Gay parade 2007, Open Mind Fest:

DESORDEN EN LA VÍA PÚBLICA

El sábado 17 de este mes se realizó el Gay parade en las calles del paseo Bulnes. Si bien, el evento no llenó el boulevard santiaguino, sí logró meter harto ruido durante las 6 horas que duró la parada homosexual.

Por La Callejera.



Qué habría dicho don Manuel Bulnes de ver espectáculo semejante moviéndose en forma de masa en el paseo que lleva su nombre. Qué cara habría puesto de ver a la variopinta multitud que se agolpó a lo largo de la calle para participar en la segunda versión del "Gay parade" realizada en Santiago de Chile. Sí, Chile, ese país ultraconservador que en cualquier momento se nos cae al Pacífico.

-Don Manuel –le hubieran dicho- esto es pluralismo.

Desde la estación del metro La Moneda se observaba el arcoiris venir, con niñas de la mano de otras niñas, y hombres besando las bocas de otros hombres. "Qué atroz", hubiera dicho mi abuela de haber visto aquello en medio de la parada, porque de esas apenas conoce la militar de los 19 de septiembre. Estos eventos con distintos nombres, todos apellidados “parade” –en inglés, claro, en español es mucho menos cool-, se toman espacios urbanos para hacer fiestas a vista y paciencia de toda la ciudad.

A lo largo del paseo, flameaban las banderas del Móvil - Movimiento de Integración y Liberación Homosexual- el ente organizador del evento de la mente abierta. Junto a ellas, banderas de siete colores que representan la diversidad y la integración; cerca del primer escenario, múltiples cámaras que captaban el momento, de las que algunos lolos se alejaban para mantenerse en el anonimato sexual. El segundo escenario, dispuesto a metros de la calle Tarapacá y más atrás, llegando al parque Almagro, el tercero y último dispuesto sobre un bus. A las dos de la tarde sonó la primera canción que le dio un aspecto de disco gay a la tarde dominical del centro de Santiago, con una multitud que crecía mientras pasaba la hora, venerando a gogo dancers que bailaban en las alturas.

A cada paso caían del cielo volantes de fiestas, locales, moteles, y uno que otro calendario rosado con la foto de un musculoso en pelotas… literalmente. Juan Pablo, funcionando como guía turístico, saludaba cada dos pasos a gente conocida o desconocidos por desconocer. Niñas de todos colores, niños que lo apretaban fuerte al abrazarlo. Caminar una cuadra tomaba cerca de diez minutos al lado de su popular presencia, porque en el fondo, todos se conocían un poco, por toparse siempre en los mismos lugares, las mismas fiestas vespertinas, las tardes en el Parque Forestal, las recurridas visitas a los lugares comunes de los cuales los jóvenes gays se apropian, haciendo lo suyo algo pintoresco digno de captar en una cámara turista.

El orgullo gay tocado a todo volumen, gritado a la cara de los transeúntes que se toparon con el espectáculo a dichas horas. A los lados, vendedores callejeros, ambulantes, los mismos que a la salida del recital te venden el cintillo, el sticker, la chapita o el llavero, hoy vendían banderitas arcoiris a trescientos pesos, IVA incluido, las que se agitaban en el aire cada vez que la música lo ameritaba.

Por el paseo circulaban, tal como si fuera una pasarela, travestis acicalados con plumas y pantalones muy apretados, que de verlos, mi madre hubiera invocado varias veces a Dios, Jesús o a la Virgen María. Al pasar a su lado, miraban coquetos –o coquetas-, lanzaban besos y no se molestaban de posar para las cámaras de quienes participaban en la parada y pisaban el suelo cubierto por latas de cerveza aplastadas y botellas que iban de un lado a otro en medio del baile.

Bailando en todas direcciones, los cuerpos rozaban otros cercanos, moviéndose en masa, con cajas de vinos que pasaban de mano en mano y de boca en boca, igual que cigarros, pitos y otras cosas. Un desorden que en otro contexto habría sido penalizado por los mismos carabineros que hoy resguardaban la jarana de los diversos sexuales frente a La Moneda.

Y porque, como dijo el travesti encargado de animar a la multitud, “nada es eterno, sólo el mariconeo”, puntualmente a las 8 se desenchufaron las consolas para mandar a la masa diversa de regreso a los hogares, o, en su defecto, a continuar la fiesta en la discoteque Blondie; la masa que durante una tarde le gritó a la cara su homosexualidad a los paisanos que hubieron de cruzarse con el carnaval europeo, made in Chile, mientras de seguro, don Manuel se revolvía en su tumba.

12.02.2007

La calle Rosas y sus alrededores

REUNIDAS ENTRE MOSTACILLAS Y LANAS

Pasear por la calle Rosas es como recorrer el mundo a retazos. En las estanterías de sus tiendas se exhiben viejos pascueros de madera, renos de plástico y muñecos de nieve hechos con medias. En otras, cuelgan tiras de mostacillas de vidrio traídas desde India, hilos de nylon coreano y tijeras chinas. Y los ratones Mickey apócrifos divierten a los niños estacionados en las vitrinas, mientras las mamás compran hilo de algodón brasileño o revistas de manualidades argentinas. Rosas es una calle que reúne a sus visitantes más habituales, es un lugar para conocer nuevas personas y aprender distintas manualidades.

Por Camila Larsen Esveile

L
a calle Rosas es el distrito de las manualidades en Santiago. Ahí no solo se adquieren los materiales necesarios para cualquier actividad manual, también es un lugar de encuentro para las mujeres que se dedican a ellas. La espera por la atención es la instancia principal para conocerse. “Una empieza a conversar con la señora que está al lado para ver qué es lo que va a comprar, y termina compartiendo ideas, técnicas y otras picadas donde comprar más cosas”, relata Silvia, a la espera de tres metros de cinta roja. Incluso, es muy común encontrarse siempre con las mismas personas.

Casi todos los días, las compradoras pueden asistir a talleres ofrecidos en las tiendas. Los locatorios descubrieron una buena oportunidad para vender más productos y, sin saberlo, generaron otro espacio de encuentro. Las clases de bordado con cintas, de anillos de mostacillas o de crochet tunecino, reúnen a mujeres de todas las edades que aprenden las técnicas con distintos fines. Jimena es una de las alumnas de la clase de pintura sobre tela, sin dejar de pintar un motivo navideño sobre un paño verde, cuenta que la principal motivación de experimentar nuevas prácticas es el goce personal: “me gusta aprender de todo. Lástima que no se pueda vivir de esto. Si fuera por mí, me levantaría para puro hacer manualidades”.


En esas mismas reuniones se organizan y generan redes que trasladan el conocimiento a sus comunas. Macarena, de 16 años, es monitora en un taller de la municipalidad de La Florida y todas las semanas realiza clases en el Hogar de Cristo. “A la gente le ha servido mucho, porque al principio llegan como histéricas y después se les pasa. Además después venden lo que hacen”. Con lo aprendido, las mujeres que se conocen en Rosas coordinan sus propias ferias de manualidades. El dinero ganado les sirve para aportar al hogar y también para seguir financiando su pasatiempo.

Las galerías de este sector son transitadas por distintas generaciones, cada una de ellas interpreta las manualidades a su modo. Las hijas e hijos han aprendido el trabajo de sus padres, pero también han descubierto nuevas técnicas y materiales. “Mi mamá hace muñecas de género. Yo le ayudo a comprar los materiales y a venderlas. Me crié con las manualidades, ahora hago un trabajo con seda sobre panty que es de Brasil”, narra Macarena.

Para quienes la visitan habitualmente, Rosas es mucho más que el lugar donde todo está más barato. La apariencia del sector cambia constantemente -dependiendo de la celebración más cercana- pero las personas casi siempre son las mismas. Los locatarios, los vendedores ambulantes y los compradores ya se conocen. Para el visitante novato quizás sea difícil notarlo, pero entre la agitación y las perlas que cuelgan de los escaparates existe un lugar capaz de reunir a personas muy distintas.

La calle Rosas, con sus colores, olores y sonidos, es un espacio muy importante en la vida de quienes la recorren. Desde ella se llevan a sus casas la materia prima necesaria para sus creaciones, pero también la experiencia de haber aprendido algo más o de haber conocido a alguien nuevo. Quizás la próxima vez que la visiten, se encontrarán con las mismas amigas que solo ven mientras esperan que su número sea llamado. O descubrirán que el niño que las mira desde el suelo de la tienda pronto estará comprando sus propios materiales.

Dónde comprar:

Lanas Dina: lanas, palillos, revistas. En 21 de mayo 657.
Paquetería Mike: botones, cintas, hilos. Galería Las Rosas, en Rosas 957.
Wind: mostacillas, cristales Swarovski, materiales para joyas de fantasía. En galería Las Rosas, local 6.
Retex: arpilleras de colores, tul. Galería Las Flores, en Rosas 969.
Paquetería OK: mostacillas de vidrio, coral y turquesa. Rosas 1021.
Comercial Halabi: cartulinas, tijeras, agujas, hilos de bordar, velcro. Rosas 1071.
Telas x Kilo: telas de algodón, tules. Bandera 695.



Según cifras del Sernam 70 mujeres mueren asesinadas cada año

VIOLENCIA DE GÉNERO: MÁS QUE UN SIMPLE FEMICIDIO

58 casos de femicidios han sido difundidos por los medios de comunicación, dando cuenta de la ineficiencia de la legislación vigente y la necesidad de acercarla más a la Ley Integral de violencia de género que se utiliza en Europa.

Por Damaris Torres y Natalia Sánchez

Maria A. Moraga Villegas, de 32 años, e Inés Villegas Villegas, de 67, fueron asesinadas por José Sandro Osores, conviviente y yerno de las respectivas mujeres, el pasado 13 de noviembre en la localidad de Chanco, Región del Maule. Con este doble homicidio, la cifra de los llamados “femicidios” asciende a 58 en lo que transcurre de 2007.

Durante todo este año hemos visto en los noticieros y periódicos como han aumentado progresivamente los asesinatos de mujeres por parte de sus parejas masculinas. La desmedida violencia en cada caso ha sido lo destacado por los medios, quienes acuñaron estos homicidios bajo el nombre de femicidios. Los resultados en rating han sido maravillosos. Hoy, no existe persona que no esté al tanto del último femicidio, como se está al tanto de la última pelea en el estelar nocturno de tal canal o del último capítulo de la telenovela. Sin embargo, aún ningún medio se hace cargo de la raíz de este problema donde más de una mujer es asesinada cada semana y según estadísticas del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam) alrededor de 70 mueren por año producto de la violencia.

En la mayoría de los países europeos ya se ha acuñado el término “violencia de género”, en una ley integral contra la agresión hacia las mujeres. En ella se busca asegurar la protección y la reinserción social de la víctima y por sobre todo, agrupar bajo la misma categoría todos los abusos hacia la mujer, sin diferenciar si se encuentra dentro o fuera del núcleo familiar.

En el contexto de aquella ley no se tendría porqué producir que un 65% de mujeres desistan del proceso; a pesar que actualmente la cobertura mediática ha provocado que una mayor cantidad de mujeres se atrevan a denunciar los abusos (triplicando las cifras este año).

Existen dos motivos principales que producen el abandono de la demanda; uno de ellos da referencia a lo engorroso del proceso que llevan a cabo los Tribunales de Familia, dando cuenta de lo deficiente del sistema y de la poca agilidad con que se realiza el juicio. El otro, trata simplemente de la decisión personal que cada mujer asume con su pareja.

Los Tribunales de Familia fueron creados el año 2004 con el fin de dar solución a la saturación en que se encontraban estas causas en los juzgados civiles. Con ello se crearon nuevas instalaciones que comenzaron a funcionar de lunes a sábado. No obstante, María Inés Cárdenas abogado del Juzgado de Familia de Pudahuel, comenta que “de las diez salas que posee esta nueva infraestructura, tan sólo se utilizan cinco o seis de ellas, debido a la carencia de jueces que presenta el Juzgado. Por lo tanto, esto ocasiona que los casos se tramiten más tiempo del debido, incluso sobrepasando los ocho meses para recién dar hora a una audiencia preparatoria.”

Por otro lado, gran parte de estas mujeres deciden desistir de sus denuncias aún antes de que sus causas pasen a juicio. Estas renuncias se deben mayoritariamente a la decisión de perdonar a sus agresores, ya sea porque dicen creer que sus parejas cambiarán de actitud o porque sólo deseaban asustarlos y no buscar una condena efectiva. Mas, la principal razón corresponde a la dependencia económica en la que se encuentran insertas.


La ley no las ampara

La actual Ley de Violencia Intrafamiliar (VIF) sólo acoge aquellos casos donde la agresión se efectúa por parte de los parientes directos, cuando existen hijos de por medio. El resto de los casos de abusos hacia las mujeres no son amparados. Por el contrario, los femicidios cometidos por amigos, novios, convivientes, etc., que no tengan hijos con la víctima, son considerados como simples homicidios y no como parricidios (asesinato cometido por algún integrante de la familia), que recibe una pena mayor.

Además, las medidas precautorias más extremas dictadas por el juez, como restringir o limitar la presencia del agresor en el hogar común, tienen un plazo de sesenta días hábiles, pudiendo ser aumentado a un máximo de 180 días en los casos más graves o urgentes. Esta cantidad de tiempo es insignificante ante la presencia de un agresor, pues no produce el resguardo necesario para tales casos.

Actualmente existe un proyecto de ley en el Congreso que busca modificar las condiciones en las que se otorga la agravante de “maltrato habitual”. Este proyecto postula prescindir de una determinada periodicidad para considerar un maltrato como habitual, siendo como único requisito que la agresión sea reiterativa.

Si bien esto es un avance en materia legislativa, aún falta mucho por hacer. Es por eso que la principal razón que tienen las agrupaciones para la defensa de una ley integral contra la agresión a las mujeres es facilitar a las víctimas una recuperación que le permita integrarse a la sociedad y por sobre todo que ninguna mujer esté condicionada a cesar en una relación violenta por la dependencia económica que tenga del maltratador; además la ley de violencia de género contemplaría normas laborales que permitan la integración laboral en otras ciudades a aquellas mujeres que ante una situación de peligro se han visto obligas a dejar su domicilio y su trabajo.

Chile, en estos momentos, está siendo pionero a nivel nacional y sudamericano a través de una iniciativa del fiscal regional oriente, Xavier Armendáriz, quien está creando una nueva Unidad VIF Regional en la Fiscalía Regional Oriente de Santiago. Esta institución permitirá dar una atención preferencial a los casos de violencia de género al contar con una Unidad de Víctimas y Testigos de exclusiva dedicación a la agresión intrafamiliar. La medida se complementa además con la creación de partes policiales diferenciados, que permiten entregar información fundamental para las investigaciones de violencia intrafamiliar que no eran aportadas en los antecedentes de un parte normal. Se espera que esta incitativa pueda expandirse, con el tiempo, a todo el país.

¿Cómo denunciar la violencia intrafamiliar?


Clic en la imagen